junio 01, 2009

Raza y espírtu

El Jaibo Bravo


Lo que hace un campeonato. Vuelve locos a todos los aficionados de Pumas, los hace gritar hasta el desgarre de las cuerdas vocales, cansarse del brazo de tantos goyas, terminar con calambres en los chamorros de tanto brinco y lo que fueron los excesos de los festejos, hasta El Tuca Ferretti terminó sin bigote después de la rasurada de Leandro Augusto y Sergio Bernal.
Sí señoras y señores, niños y niñas, hubo humo blanco, salió campeón el mejor equipo, el único que podía demostrar que entre tanta decadencia del futbol nacional, hay conjuntos que meten y meten, que luchan por el compañero y que no importa las fallas de Dante y Bernal, nadie reclamó y todos los arroparon para que vieran que había unidad y al final el festejo, el de amigos, el de los representantes de una sociedad del país que vive la mismas sensaciones por una universidad, los colores azul y oro y un puma felino, siempre aguerrido.

Bigotes retorcidos
Tuca, felicidades, lograste algo que siempre te faltó en tu currículum. Un técnico tan trabajador y constante como tú, que no ha dejado de dirigir desde la temporada 1990-1991, auxiliar de la selección de Mejía Barón, que cuentas con 31 torneos dirigidos en primera división, más de 20 liguillas, era injusto que sólo tuvieras un título de cuatro finales.
Ganaste tu primer campeonato con las Chivas Rayadas en el Verano de 1997, ante el mismo Enrique El Ojitos Meza, cuando dirigía a Toros Meza. Caíste en las finales dirigiendo a Tigres, las dos con Pachuca, y después perdiste la final en el 2007 contra Atlante.
Pero tenía que ser así, esperar 18 años para que volvieras a ver el azul y oro en el aire, para ver a Bernal otra vez de tu lado festejar un campeonato igual de sufrido que el ganado a principios de los 90.
Faltaba que obtuvieras un campeonato con el equipo de tu sangre, por el que lloraste en la temporada 1990-1991 en Ciudad Universitaria cuando reventaste con una bomba de tu pierna derecha la red de Adrián Chávez para el campeonato felino. Merecías ganar con tus Pumas otra vez como hace tanto tiempo, como aquella vez que diste cien vueltas a la pista de tartán de México 68, con la bandera gigante, la que ondeaste con locura porque era tu último partido como jugador de la UNAM, con tu último gol con la playera del puma en el pecho.
Tuca, como jugador fuiste un icono de la máxima casa de estudios, un emblema, y aquella vez cargaste el estandarte a lo más alto, lo mismo que este 2009, para demostrar que por la raza habla el espíritu.

Inadaptados
Es válido cometer ciertos excesos en los festejos, como emborracharse hasta vomitar y sacar espuma por la nariz, pero el que ocurrió la noche del domingo en Morelia, el de un barra brava de Monarcas que sacó un arma para herir de gravedad a un alegre aficionado de Pumas, no tiene validez.
Ojalá que ese tipo se entregue a la justicia, que su conciencia lo lleve a pagar por su crimen porque alguien que falta el respeto a un prójimo de esa manera no merece caminar tranquilo en la calle. O al menos que alguien lo entregue.

Bote pronto
Festejamos como locos, mi hermano en Manzanillo gritando por teléfono como poseído, mi esposa y mi hijo brincando y gritando en casa y yo en el trabajo, viendo por televisión el festejo de un título como hace 18 años, cuando observé por primera vez un campeonato de la UNAM y decidí serle fiel. Eso, y que mi hermano me hizo firmar un papel en el que juraba amor eterno a la camiseta del Pumas cuando tenía 10 años.