febrero 09, 2009

Aunque jueguen como telenovela

El Poste Rabioso

La incertidumbre está construida de certidumbres. Mañana que juegue México contra Estados Unidos una incertidumbre que en los últimos días se ha convertido en un lugar común de todos los mexicanos apasionados al futbol podrá sentarse con nosotros a ver el partido, la incertidumbre de la victoria mexicana.
La duda está sostenida por verdades que son negadas por la pasión propia de fanáticos irrazonables. Verdades: México es, en estos momentos, inferior a Estados Unidos y no lo digo yo, que me miento a cada rato, me lo dice la falta de gol de los verdes en 180 minutos, la poca presencia de un estilo de juego (el pobre Sven sólo ha tenido unos cuantos partidos con el tricolor), el mediocre desempeño contra Suecia, el ya conocido pánico escénico de los nuestros en este tipo de partidos y las lesiones que se han sumado a esto factores negativos.
Pero hay otra realidad que nos hace pensar que es posible el triunfo mexicano: La entrega de los nuestros, las ganas de una reivindicación como el gigante de la Concacaf, la sensatez de un cuerpo técnico que seguramente estudió al rival, saber que la presión la tienen los otros, que Rafa Márquez metió un golazo y, sobre todo, la esperanza de ganarle de una vez por todas a Estados Unidos, cómo sea.
No sabemos si mañana México ganará frente a Estados Unidos, la incertidumbre está sostenida por dos opciones tan ciertas como que hoy es martes: el triunfo y la derrota. Más probable la segunda que la primera, pero sólo deseada la primera, ahí la contradicción de la duda, ahí el motivo que nos provoca apostarlo todo, la esperanza de producto de la pasión propia de fanáticos irrazonables.
La esperanza del triunfo hará más dolorosa la derrota, la esperanza de anotar un gol nos hará sentir más seca la garganta cuando al final de los noventa minutos nuestro marcador marque cero, la esperanza de sumar tres puntos desde el inicio del hexagonal le pondrá espinas al resto del camino para ir a Sudáfrica, la esperanza, en suma sólo nos produce congoja.
Mañana juega México contra Estados Unidos, yo quiero que ganen los míos, yo tengo la esperanza de una victoria y niego que los argumentos que anuncian la derrota sean más fuertes que los que pronostican la victoria porque nadie sabe el tamaño de mi pasión, propia de fanáticos irrazonables.

¿Y el empate?
El empate es el terreno de la desazón y sólo sirve para dos cosas: sumar un punto y disfrutar del futbol que en aras de ganar se desarrolla en el campo de juego. A estas alturas a mí no me importa si México juega como telenovela de Televisa o como película de Kusturica con tal de que gane y no me importaría, tampoco, si no pierde (entiéndase empate).
Si México empata (y si no lo hace cero a cero), sólo me quedará el placer del grito al menos un gol de los nuestros y la mentada de madre correspondiente al gol gringo.

México va a ir al mundialSeis equipos buscan tres boletos y medio parta ir a Sudáfrica. Es decir, México tiene una probabilidad de 58 por ciento de ir África y jugar tres partidos que serán vistos por televisión por millones de mexicanos, por miles que irán a gastarse una cantidad similar de dólares sólo para cantar Cielito lindo y perpetuar la imagen chicharachera del mexicano que tanto gusta a los de afuera, eso sin contar las ya conocidas promociones de empresas telefónicas, televisivas, farmacéuticas y demás que también tiene sus negocios con la FIFA, demasiado dinero como para que México quede fuera del mundial. Yo no sé si ganemos a Estados Unidos, estaremos en el mundial y allá nos veremos.

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